No tiene gracia

lunes, 6 de abril de 2009

LA ÉPICA ESPAÑOLA (I)

NUEVA DOCUMENTACIÓN Y NUEVA EVALUACIÓN




ACTA DE RECONOCIMIENTO DE PATERNIDAD Y DEDICATORIA

Anda, libro, vete al mundo, no te me quedes en casa.
Ya es hora de que me dejes de dar el peñazo.
Al pasar inadvertido entre las gentes, no eches la culpa a tu padre que no supo buscarte padrinos.
No pretendas despertar admiración, ni menos que te quieran, ni, vamos, que se fijen en ti; bástete creer que vales más que los otros (tenlo firmemente por cierto, pues es verdad).
Si despiertas en alguien pasión y te escribe en los márgenes, tenlo por privilegio y séle fiel. El amor, con amor se paga (y aun el odio también).
Y, sobre todo, no me vuelvas a casa a que te lave la ropa.

------A Samuel G. Armistead y Cesare Segre, dos fardidas lanças de la filología de fines del milenio, campidoctores de la tradición oral y la ecdótica, respectivamente.

PROPÓSITO

------Este libro pretende levantarse sobre cimientos firmes y tener sus líneas de fuerza a la vista de quien vaya leyéndolo, como construcción de piedra. Su alzado es nuevo; pero el autor, como los constructores medievales de mezquitas e iglesias, aprovecha mármoles, columnas y capiteles, esculturas de los grandes maestros que le precedieron, a quienes da gracias por dejarse despojar. No obstante, el susodicho autor tiene a gala no ser nacionalista ni militante en partido alguno de la decaída erudición humanística, ni creer en las virtudes del “consenso”. Por lo tanto, te advierto, posible lector, de que, si has jurado bandera (de cualquier Patria que sea) o si estás bautizado y el bautismo te ha impreso carácter (dándote Fe en cualquier Credo, de moda o pasado de ella), el libro no está escrito para ti. En suma, es libro partidista... de sí mismo; partisano, si se prefiere. Hace la guerra en solitario, y no busca aliados, ni es de esperar que le surjan sin buscarlos.

INTRODUCCIÓN

LA OPINIÓN “SABIA”. ESPAÑA SIN EPOPEYA.

------Cuando, al mediar el siglo XV, don Íñigo López de Mendoza (1398-1458), Marqués de Santillana, traza el primer esbozo de historia de la literatura castellana en la Carta proemio al Condestable de Portugal, con que encabeza la copia de su Cancionero, el género literario constituido por los “cantares de gesta” medievales no le merece atención alguna, sea porque “los romançistas e vulgares” que los escribieron podían, a su juicio, quedar sepultados entre aquellos “ínfimos” que “syn ningúnd orden, regla, nin cuento fazen estos romançes e cantares de que las gentes de baxa e servil condiçión se alegran”, sea porque, a su saber, el género no había existido. Cuatro siglos más tarde, el gran romanista Gaston Paris (1865, pág. 203) afirmaba de forma tajante: “España no ha tenido epopeya. Agudos críticos han demostrado este hecho y han dado las razones que lo justifican; no tenemos por qué volver a insistir aquí en ello”. En estos últimos años del s. XX, el catedrático de hispanística en Cambridge, Colin Smith, ha vuelto a negar la existencia de una verdadera tradición épica española (1983 y 1985): Según sus suposiciones, el Poema del Cid es obra singular, escrita por un notario burgalés, Per Abad, que fue a estudiar a Francia, donde adquirió una formación profesional, en derecho romano y en latín, y el conocimiento serio de una cantidad reducida de textos clásicos, al par de un especial gusto por las chansons de geste; vuelto a Burgos, su relación profesional con el monasterio de Cardeña le permitió buscar afanosamente en los diplomas, según el método de los que escriben novelas históricas, nombres de personajes contemporáneos de Rodrigo Díaz y, provisto de ese bagaje, intentó “una obra experimental” de adaptación de las chansons de geste francesas, que dejó en forma de borrador mal acabado; ese ejercicio retórico sería responsable de que posteriormente surgiera un ciclo cidiano y de que haya podido hablarse de la existencia de una epopeya española.
------Si creemos en el argumento de autoridad, las páginas que siguen no tendrían, por tanto, demasiada razón para ser escritas. Sin embargo, los hechos positivos deben prevalecer sobre las opiniones y prejuicios de los sabios especialistas, ya que, a la larga, resultan más convincentes. Y esos hechos positivos, según vamos a ver, no consisten meramente en la existencia del manuscrito de Vivar del Mio Cid, copiado, a lo que parece, en tiempos de Alfonso XI (avanzado el s. XIV), y en la fortuita conservación de un par de hojas, convertidas en bolsa para uso de un archivero, de un perdido manuscrito del Roncesvalles, también copiado en ese siglo (posiblemente dentro de sus veinte primeros años), que son, eso sí, los únicos restos de manuscritos poéticos de la epopeya medieval española hallados en los siglos modernos por los eruditos exploradores del pasado.

------P.S.: Es claro que “les ‘faits’ sont faits”, que “History is story”, que el pasado no se ve, como un panorama, “desde la ventana”, sino en el espejo de escritos que quizá sólo espejan “huesos secos de cuerpos enterrados” e “indicios de acaecimientos” (según hace bien en recordar tragicómicamente Brown, 1995).
Pero no hay por ello que lamentar con voz pleberiana “¿Para quién edificamos torres…?” (Salomón, 1995), pues “hacer” o fraguar hechos, dar vida (“inventando” —hallando— “realidad” pasada) a una “historia verdadera” de esto o aquello, no es tarea de ganapanes. Transformar en historia significante la memoria del pasado no es un vano intento de “sacar polvo de debajo del agua”: bajo las aguas del tiempo, se hallan las espléndidas ruinas de la mítica ciudad de Lucerna y, para goce de nuestros ojos, podemos bajar a visitarlas. Como mostró el Humanismo, contemplar en sus fragmentos los monumentos del pasado es punto de partida para reedificar en clave renacentista las gastadas “torres” del presente.

Para leer sigientes:


Siguientes:

* I.- LA ÉPICA EN LENGUA VULGAR AL SUR DE LOS PIRINEOS. TESTIMONIOS DEL SIGLO XIII
* 2. EL TESTIMONIO ALFONSÍ. TEMAS CAROLINGIOS DE LA ÉPICA HISPANA

* 3. EL TESTIMONIO ALFONSÍ. TEMAS ESPAÑOLES DE LA ÉPICA HISPANA

* 4. EVALUACIÓN DEL TESTIMONIO ALFONSÍ

* 5. HUELLAS DE LA ÉPICA EN LOS DOS GRANDES HISTORIADORES LATINOS DE LA PRIMERA MITAD DEL S. XIII: EL ARZOBISPO DON RODRIGO Y DON LUCAS.


Diseño gráfico:


La Garduña ilustrada
y retrokat.com

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